viernes, 22 de febrero de 2008

Impuestos, Estado y ciudadanía

Por: Julio Blanck , EDITOR JEFE DE CLARIN

Domingo 13 de Enero 2008

Benjamin Franklin dijo alguna vez: "Si quieres saber el valor del dinero, trata de conseguirlo prestado". Cualquiera que deba ganarse la vida, del modo que sea, conoce ese valor. Hablar de dinero puede no ser elegante, pero siempre es interesante. Y si hablamos de nuestro dinero, más todavía.


Por eso, alcanza un interés especial el completo informe que ofrecemos en esta edición de Clarín, acerca de cuánto de nuestros ingresos se destina al pago de los impuestos, incluyendo aquellos, como el IVA, que todos pagamos aun más allá de tener conciencia de que lo estamos haciendo.


Hay un hecho fácilmente comprobable: cualquiera sea el monto de impuestos que paguemos, siempre nos parecerá mucho. Sucede aquí y en todas partes. El Fisco es percibido, en distintas culturas y latitudes, como un ave de rapiña que saquea el fruto del esfuerzo personal. Pero es también un hecho que sin recaudación de impuestos no hay Estado, sin Estado no hay ley, sin ley no hay convivencia civilizada posible.


Los expertos hablan de la ciudadanía fiscal como una faceta más de la condición ciudadana, que hace a la relación de derechos, y también de deberes, que tiene el individuo con el Estado.


Otra frase de uso extendido alude a los recaudadores de impuestos como sujetos que salen a cazar en el zoológico. Porque los que pagan son sólo los que están atrapados en el sistema porque tienen su empresa, su empleo o su profesión en blanco, en el marco de una economía con altísimo porcentaje en negro.

La ecuación a resolver, en todo caso, no es sólo cuánto pagar de impuestos, sino cómo conseguir que esa carga sea equitativa en su recolección y eficaz en su devolución en servicios a la comunidad. Eso es tener Estado.

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