Ser un ciudadano, es para muchos, un título honorífico que se otorga a las personas que se ocupan de la cosa pública, a aquel que exige que se cumplan las leyes, que está atento al cumplimiento efectivo de la igualdad ante la ley sin privilegios de ningún tipo, que conoce los mecanismos de participación ciudadana y controla a través de ellos, a sus representantes.
En este sentido podemos afirmar que el sentimiento de ciudadanía se cultiva en la experiencia de la vida pública. Este sentimiento se traduce en un modo de hacer ciudadano, que al igual que la democracia se construye regresivamente.
Ahora bien, frente al grado de corrupción en que estamos inmersos, es condición indispensable un cambio ce conducta de todos. Por una lado, quienes ocupan lugares de mayor responsabilidad deben demostrar que Ion dignos de pertenecer a la esfera pública, pero por otro lado, se necesitan las actitudes cotidianas comunes que resulten ejemplos de conducta.
El constitucionalista Carlos Niño afirma que cuando los argentinos nos quejamos del país, nos debemos quejar de nosotros mismos, de nuestras cualidades individuales y colectivas. En su libro Un país al margen de
Miño califica a
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