miércoles, 12 de marzo de 2008

CULTURA TRIBUTARIA: ACTIVIDADES

MONÓLOGO DE TATO BORES

Mis queridos chichipíos:

(...)

¡¡¡La culpa de todo la tiene el ministro de Economía!!!, dijo uno.

¡No señor!, dijo el ministro de Economía mientras buscaba un mango debajo del zócalo. La culpa de todo la tienen los evasores.

¡Mentiras!, dijeron los evasores mientras cobraban el 50 por ciento en negro y el otro 50 por ciento también en negro. La culpa de todo la tienen los que nos quieren matar con tanto Impuesto.

¡Falso!, dijeron los de la DGI mientras preparaban un nuevo Impuesto al estornudo. La culpa de todo la tiene la patria contratista; ellos se llevaron toda la guita.

¡Pero, por favor...!, dijo un empresario de la patria contratista mientras cobraba peaje a la entrada de las escuelas públicas. La culpa de todo la tienen los de la patria financiera.

¡Calumnias!, dijo un banquero mientras depositaba a su madre a siete días. La culpa de todo la tienen los corruptos que no tienen moral.

¡Se equivoca!, dijo un corrupto mientras vendía a cien dólares un libro que se llamaba Haga su propio curro pero que, en realidad, sólo contenía páginas en blanco. La culpa de todo la tiene la burocracia que hace aumentar el gasto público.

¡No es cierto!, dijo un empleado público mientras con una mano se rascaba el pupo y con la otra el trasero. La culpa de todo la tienen los políticos que prometen una cosa para nosotros y hacen otra para ellos.

¡Eso es pura maldad!, dijo un diputado mientras preguntaba dónde quedaba el edificio del Congreso. La culpa de todo la tienen los dueños de la tierra que no nos dejaron nada.

¡Patrañas!, dijo un terrateniente mientras contaba hectáreas, vacas, ovejas, peones y recordaba antiguos viajes a Francia y añoraba el placer de tirar manteca al techo.

(...)

... La culpa de todo la tienen los científicos que creen en el Big Bang y no en Dios.

¡Error!, dijo un científico mientras diseñaba una bomba capaz de matar más gente en menos tiempo con menos ruido y mucho más barata. La culpa de todo la tienen los padres que no educan a sus hijos,

¡Infamia!, dijo un padre mientras trataba de recordar cuántos hijos tenía exactamente. La culpa de todo la tienen los ladrones que no nos dejan vivir.

¡Me ofenden!, dijo un ladrón mientras arrebataba una cadenita a una jubilada y, de paso, la tiraba debajo del tren. La culpa de todo la tiene los policías que tienen el gatillo fácil y la pizza abundante.

¡Minga! dijo un policía mientras primero tiraba y después preguntaba. La culpa de todo la tiene la Justicia que permite que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra.

¡Desacato!, dijo un juez mientras cosía pacientemente un expediente de más de quinientas fojas que luego, a la noche, volvería a descoser. La culpa de todo la tienen los militares que siempre se creyeron los dueños de la verdad y los salvadores de la patria.

¡Negativo!, dijo un coronel mientras ordenaba a su asistente que fuera preparando buen tiempo para el fin de semana. La culpa de todo la tienen los jóvenes de pelo largo.

¡Ustedes están del coco!, dijo un joven mientras pedía explicaciones de por qué para ingresar a la facultad había que saber leer y escribir. La culpa de todo la tienen los ancianos por dejarnos el país que nos dejaron.

¡Embusteros!, dijo un señor mayor mientras pregonaba que para volver a las vigas buenas épocas nada mejor que una buena querrá mundial. La culpa de todo la tienen los periodistas porque junto con la noticia aprovechan para contrabandear Ideas y negocios propios.

(...)

... La culpa de todo la tiene Montoto._

¡Cobardes!, dijo Montoto que de esto también sabía un montón. La culpa de todo la tiene la gente como vos por escribir boludeses.

¡Paren la mano!, dije yo mientras me protegía detrás de un buzón. Yo sé quién tiene la culpa de todo.

La culpa de todo la tiene El Otro. ¡EL Otro siempre tiene la culpa!

¡Eso, eso! exclamaron todos a coro. El señor tiene razón: la culpa de todo la tiene Otro. Dicho lo cual, después de gritar un rato, romper algunas vidrieras y/o pagar alguna solicitada, y/o concurrir a algún programa de opinión en televisión (de acuerdo con cada estilo), nos marchamos a nuestras casas por ser ya la hora de cenar y porque el culpable ya había sido descubierto.

Mientras nos íbamos no podíamos dejar de pensar. ¡Qué flor de guacho que resultó ser El Otro! ]

Por eso, mis queridos chichipíos,... vermú con papas fritas y ... ¡¡¡good show!!!

TATO BORES.

TEXTO DE BORGES

El argentino hallaría su símbolo en el gau­cho y no en el militar, porque el valor cifra­do en aquél por las tradiciones orales no está al servicio de una causa y es puro. El gaucho y el compadre son imaginados re­beldes; el argentino, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado, Ello puede atribuirse al hecho general de que el Estado e una inconcebible abstrac­ción; lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano. Aforismos como el de Hegel "el Estado es la realidad de la idea moral" le parecen bro­mas siniestras. Los films elaborados en Holywood repetidamente proponen a la admiración el caso de un hombre (gene­ralmente un periodista) que busca la amis­tad de un criminal para entregarlo después a la policía; el argentino, para quien la amistad es una pasión y la policía una maña, siente que ese "héroe" es un incom­prensible canalla.

El Estado es impersonal; el argentino sólo concibe una relación personal. Por eso, para él, robar dineros públicos no es un crimen. Compruebo un hecho, no lo justifi­co ni lo disculpo, José Luís Borges "Historia del Tango". 1965.

TEXTO DE WINOGRAD

La primera situación que consideramos es la del soborno. Tomemos un caso relativamente próximo, del que probablemente hayan sido testi­gos. Cuando un policía multa a un conductor por una infracción que ha cometido, el argentino prefiere sobornar al policía antes que pagar la multa. Quizás, incluso por la noche, en una 'comida familiar o de nego­cios, se jacte de haber actuado de ese modo. Pensémoslo bajo una óptica nominalista: si somos individuos y cree­mos que el Estado es la suma de cada uno de los individuos, incluidos por supuesto nosotros, y creemos asimismo que cada individuo paga sus impuestos y que con ese dinero se le paga a los policías, es decir, nosotros mismos les pagamos para que nos hagan cumplir con la ley, entonces es completamente absurdo sobornar a un policía para que nos permita no cumplir con la ley. Porque de este modo estaríamos pagándole para que nos controle y para que no nos controle, lo cual, ningún lógico podrá negarlo, es una contradicción. Veámoslo en cambio bajo una óptica realista: si creemos que el Estado es una entidad independiente de los individuos, y creemos que los im­puestos y las multas que pagamos van a parar al bolsillo hueco de esa entidad extraña, entonces, no será tan absurdo el soborno. Porque esa cosa llamada Estado nos exige dinero 'bajo el rótulo de impuestos y después, con alguna plata que no es la de nuestros impuestos, se le ocurre caprichosamente pagarles a los policías para que nos vigilen y para que nos saquen aún más plata, que irá a parar por cierto a esos bolsillos corruptos.

Fragmento de Winograd V., "Los argentinos y-el Estado", publicado en Revista Criterio, Año LXX N° 2209/10, 18/12/97.

TEXTO DE PLATÓN

Hemos dicho todo esto porque en vuestro Esta­do nosotros no vamos a nombrar a un nuevo hombre en la función pública por su riqueza o alguna pretensión, como, digamos, la fuerza, la estatura o las circunstancias de su nacimiento. Insistimos en que la función más alta en el servi­cio de los dioses sea asignada al hombre que sea mejor en la obediencia a las leyes estableci­das y gane ese tipo de victoria en el Estado... Tales individuos generalmente son llamados go­bernantes, y si los he llamado "sirvientes de la ley" no es por acuñar un nuevo nombre sino por­que creo que el éxito o fracaso de un Estado de­pende de este punto más que de cualquier otra cosa. Cuando la ley está sujeta a alguna otra autoridad y no tiene ninguna por sí misma, el colapso del Estado, en mi opinión, está a la vis­ta; pero si las leyes son las patronas del gobier­no y el gobierno es su esclavo, entonces la si­tuación es plenamente prometedora y los hom­bres gozan de todas las bendiciones que los dio­ses conceden a un Estado. Este es el modo con que yo veo las cosas.

Platón, Las Leves, libro IV).

TEXTO DE SKINNER

...existen muchas arenas donde se desarrolla la vida pública, donde las acciones del ejecutivo pueden ser controladas, donde una mayor participación política puede servir para profundizar la «accountability» de nuestros representantes, al menos exigiéndoles que presten mayor atención a las aspiraciones y los planteamientos reales de la mayoría de los ciudadanos. Así pues, a menos que actuemos para prevenir el tipo de corrupción políti­ca propio de nuestros gobernantes actuales, con­cediendo mayor importancia a nuestros deberes de civilidad que a nuestros derechos individuales e inintercambiables, no cabe más que esperar que las propias libertades personales sean suprimidas.

Skinner Q. "Acerca de la Justicia, el bien común y la prioridad de la liber­tad". 1996

SE PIDE

Redactar un informe donde se muestren las características del ciudadano argentino actual, se resalten sus valores y expresen las características de su cultura.

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